Claro, imagina que una cerradura es como un pequeño laberinto dentro de una caja. Para poder abrir la caja, necesitas una llave que encaje perfectamente con el laberinto. La llave tiene dientes y cortes especiales, y cada uno de ellos debe coincidir con los obstáculos dentro de la cerradura para poder moverlos y despejar el camino.
Cuando introduces la llave en la cerradura y la giras, los dientes de la llave empujan pequeños pines (o barras) que están bloqueando el mecanismo que abre la cerradura. Si la llave es la correcta, todos los pines se alinean a la altura adecuada y permiten que el mecanismo gire, liberando así el bloqueo y permitiendo que la puerta se abra. Si la llave no es la adecuada, los pines no se alinean correctamente y la cerradura no se abre.